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Calendario Cuaresma 2014 en cuadernillo

Una opción que me habéis pedido es también este cuadernillo para seguir el camino de la Cuaresma. Es un modelo con dos variantes: la primera no delimita espacios y la segunda se nutre de "bocadillos" para poder anotar compromisos, versículos, palabras-clave o frase destacada de los textos bíblicos que se trabajen. Cada uno según su gusto. A servirse.




Perfectos como el Padre Mt 5,38-48 (TOA7-14)



“No odiarás de corazón a tu hermano…sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Es interesante esa relación entre la prohibición y el mandato. Si se prohíbe el odio es en razón de la importancia del amor. Así se incluye la llamada regla de oro de todas las éticas en el contexto de la Ley de Moisés (Lev 19, 17-18).
Junto a ese binomio aparece la exhortación a reprender al pariente cuando peca y la prohibición de la venganza y el rencor contra los más allegados. Es verdad que los textos bíblicos habrían de ampliar el círculo hasta aconsejar la compasión hacia el prójimo en general y aun a los extranjeros que aceptan vivir en paz con el pueblo que los acoge.
La introducción a estas palabras nos sitúa en un terreno que no es muy popular en nuestros días: “Seréis santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo”. Eso significa que el creyente no puede limitarse a ser “políticamente correcto”. Ha de tratar de hacer presente y visible la santidad del mismo Dios.

LA TÚNICA Y LA CAPA

Este mensaje se completa en el evangelio de hoy, situado en el marco del Sermón de la Montaña (Mt 5, 38-49). Jesús recuerda la ley del talión: “Ojo por ojo y diente por diente”. Solemos pensar que era una licencia para la venganza. En realidad, era una restricción de la misma a términos de equidad. Nadie tenía derecho a exigir más de lo que le habían quitado.
Pero Jesús va más allá de aquella antigua norma. En el texto aparecen cinco ejemplos de exigencias incómodas: los que agravian, abofetean, pleitean por la túnica, exigen compañía y piden dinero prestado. El Maestro exhorta a sus discípulos a que no rehuyan a estos insolentes, aprovechados o impertinentes.
Su mensaje sugiere tres actitudes contrarias que suponen un heroísmo más que habitual: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”. No se trata de caer en un victimismo enfermizo. Se trata de aprender a amar con gratuidad. Amar a los que nos aman y saludar a los que nos saludan es normal. Hasta los paganos lo hacen. Al creyente se le pide algo más.

EL SOL Y LA LLUVIA

¿Cuál es la razón para ese comportamiento tan generoso? No puede ser ni la cobardía ni la comodidad de quien no sabe o no quiere defenderse. Tampoco puede ser la falsa bondad de quien espera ser aplaudido por la sociedad. Sólo hay un motivo. Hay que poner amor donde no lo había… porque eso es lo que hace Dios. Antes de ser una exhortación moral, el texto es una revelación del mismo Dios.
• Dios hace salir su sol sobre malos y buenos. No es la bondad humana la que mueve a Dios a regalarnos la luz. Y no es la maldad humana la que puede impedir a Dios hacerse presente en nuestras vidas.
• Dios manda la lluvia a justos e injustos. No es la justicia humana la que determina la justicia de Dios. Es la lluvia de su misericordia la que produce sobre la tierra la verdadera justicia que es, a fin de cuentas, el rostro del amor.

Ayúdame a amar a mi enemigo Mt 5,38-48 (TOA7-14)



Plenitud de la Ley Mt 5,17-37 (TOA6-14)



“Si quieres, guardarás sus mandatos, porque es prudencia cumplir su voluntad”. Así comienza la primera lectura de la misa de hoy. Nadie es obligado a hacer lo que no puede. Los mandamientos no son órdenes impuestas por alguien que no conoce nuestra debilidad. Responden a la dignidad y racionalidad del ser humano.
Esas palabras del libro del Eclesiástico o Sirácida (15,15-20) fueron citadas por el papa Juan Pablo II en su encíclica “El esplendor de la verdad”. Es una cita muy oportuna, en un tiempo en el que todos invocan el valor de la libertad, pero se disculpan del mal que han hecho, diciendo que no eran libres para evitarlo.
El texto nos dice a continuación: “Ante ti están puestos fuego y agua; echa mano a lo que quieras”. Nuestras opciones van fijando nuestra responsabilidad. La mayor parte de nuestras desdichas se deben a nuestra ceguera a la hora de elegir el camino.

MANDAMIENTOS Y VALORES

En el evangelio que hoy se proclama Jesús nos recuerda que no ha venido a abolir la ley de Moisés (Mt 5, 17-35). Muchos piden a la Iglesia que se decida a suprimir los mandamientos. Pero la Iglesia no puede hacer lo que ni Jesús mismo podía. Porque los mandamientos responden a los valores que nos hacen humanos.
• No basta con no matar, nos dice Jesús. Es preciso acoger a los hermanos, sin excluirlos de nuestras relaciones de fraternidad.
• No basta con no cometer adulterio. Es necesario aprender a establecer unas relaciones de amor limpias y transparentes, basadas en el compromiso y la fidelidad.
• No es preciso jurar. Estamos llamados a vivir en la verdad, a decir la verdad, a dar testimonio de la verdad, siempre y en todo lugar.
En su exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco nos advierte del peligro del relativismo con que tomamos nuestras opciones más profundas (n. 80).

MANDAMIENTOS Y LIBERTAD

En el texto evangélico de hoy, insertado en el marco del Sermón de la Montaña, Jesús nos advierte de un riesgo bastante frecuente: “El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el reino de los cielos”.
• Saltarse uno de los preceptos significa colocar nuestro juicio por encima del juicio de Dios. Con ello reafirmamos nuestra sed de autonomía. Pero también demostramos que decidimos actuar “como si Dios no existiera”. 
• Saltarse uno de los preceptos significa también que pretendemos olvidar la dignidad de nuestros hermanos. Con razón dice el Papa Francisco que eso nos lleva a actuar “como si los demás no existieran”.

Justicia nueva y superior a la antigua Mt 5,17-37 (TOA6-14)


(elrincóndelasmelli)

Ordenación episcopal de Mons. Jesús Fdez. Glez. nuevo obispo auxiliar de Santiago de Compostela

 Los sentimientos en uno de esos días especiales de la vida no saben hablar de otra manera que no sea la alegría o desde otro lugar que no sea el corazón. 
Esa jornada inolvidable tuvo una fecha para nuestro amigo Jesús: el 8 de febrero de 2014. A las 11 de la mañana comenzaba la Eucarístía en la que tendría lugar el rito de su ordenación episcopal. El marco incomparable de la catedral que alberga la tumba del apóstol Santiago el Mayor, visitada por millares de peregrinos y personas todos los años, se engalanó de fiesta. 
Como Vanessa, mi mujer, siempre deja aflorar mejor y más atinadamente lo que el interior del corazón vive, será ella quien comparta con vosotros lo que emocionadamente vivimos:

"Si al comienzo de nuestro viaje a Santiago para acompañarte en tu consagración alguien nos dice que vamos a encontrar el preludio del “Diluvio Universal”, no nos lo creemos. Pero como dicen que “París bien vale una Misa”, así nos encontramos, empapados pero encantados, en tus nuevos dominios pastorales.
 
La alegría fue máxima cuando en medio de la lluvia te encontramos animado, feliz, y tranquilo, sobre todo tranquilo; los que te conocemos sabemos lo duros que han sido para ti estos días precedentes de despedidas.
Así amaneció un sábado soleado, con una alegría madrugadora, y dispuestos a encaminarnos a la Catedral de Santiago. Tu cara en el desayuno era de expectación, quizá ya creada con la llegada de un momento que cambia tanto la vida… Aunque los que te conocemos sabemos que, ya siendo Obispo, tus pasos van a caminar igual, de la mano del Señor, tranquilos aparentemente, pero “ocupados” en mil pensamientos, cosas por hacer y gente a la que escuchar.

Después de tantos años en tu Diócesis “de cuna” los cambios siempre son duros. Han sido muchos años de trabajo en común, con buenos y a veces no tan buenos ratos, pero siempre unidos en una misma Fe.

Son esos mismos años los que hemos compartido esta buena Amistad que nos une. Nunca olvidaré tu cara de sorpresa en tu primer cumpleaños dentro de la Semana de Pastoral, cuando viste aquella pancarta gigante que te colocamos y que hizo conocer a todos el día tan señalado… 
Quedan en mi memoria tantos momentos vividos día a día, nuestros cafés, nuestras cenas, nuestras risas, y tu presencia en todos y cada uno de mis cumpleaños desde que nos conocemos, sin fallar; la cena de ese día siempre ha sido vuestra, y sé que en la medida de lo posible lo seguirá siendo. También tu apoyo incondicional en los malos momentos de mi vida, abrazos y cercanía que no se pagan con nada.
 
Atrás quedan vivencias que llenan nuestro corazón de alegría, cariño, y agradecimiento. ¡Son tantos años de camino compartido!
Esto no es un adiós, es un hasta luego, es un “nos veremos pronto”, no tan de seguido pero seguro que robaremos tiempo al tiempo con más intensidad.
Desde aquí nuestro agradecimiento incondicional por tu dedicación. Si sigo el protocolo te diría: “Enhorabuena Monseñor Jesús Fernández González”; pero atendiendo a la amistad que nos une sólo me queda decir : enhorabuena Jesús, ante todo capellán de “la Cultu”, amigo cercano, pastor con piel de oveja como te llaman por tu cercanía los periódicos; te lo mereces y desempeñarás tu labor como Obispo maravillosamente.

De Santiago nos vamos “empapados” pero no sólo de lluvia:
Empapados de alegría y orgullo.
Empapados de lágrimas emocionadas.
Empapados de tu sencillez cercana y respeto, a todos y para todos.
Empapados de tu oración, que sabemos será mutua.

Dios te hizo el regalo de un sol espléndido en tu Consagración en Santiago. Galicia tendrá el regalo de tu presencia continua. Y tú nos has hecho el mejor regalo: tu AMISTAD, así en mayúsculas, y tu Fe vivida, contagiosa y sentida… ¿Qué más se puede pedir?
¡Mil gracias por todo, mil gracias por tí! Y como tú siempre dices: estamos unidos en el Señor."        Vanessa










(La caricatura inicial se la debemos a nuestro querido Toño "Juárez" dibujante del periódico Diario de León. Dos fotos se han tomado de la Pastoral de Santiago hechas por Miguel Castaño y el resto son de nuestra cámara.)

Sé mi luz e ilumina mi camino (Mt 5,15)

La luz y la sal Mt 5,13-16 (TOA5-14)



“Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía”. Nadie puede poner luz en este mundo si no vive con espíritu fraternal. Esta es la condición que se expresa en la última parte del libro de Isaías (Is 58, 7-10). 
Una parte de la sociedad vive de espaldas a las necesidades de tres cuartas partes de la humanidad. Hablamos de la pobreza que atenaza a muchos millones de personas. Pero muchos de nosotros ni siquiera somos capaces de imaginar las situaciones dramáticas en las que viven y mueren los pobres. 
Hay que promover un progreso “para todo el hombre y para todos los hombres”, como ha escrito Benedicto XVI. Tenemos que exigir a los gobernantes y a las grandes organizaciones internacionales que cumplan sus compromisos. Pero todos podemos hacer un pequeño gesto de fraternidad. Sólo entonces brillará nuestra luz.   
  
LA DEBILIDAD DE LA LUZ

En el texto evangélico que hoy se proclama, también Jesús emplea la imagen de la luz  (Mt 5, 13-16). Sus palabras no suenan como un mandato o como una nueva obligación moral impuesta por una norma. Sus palabras son una revelación. Sus discípulos son en verdad la sal de la tierra y la luz del mundo.
Es cierto que todos hemos de actuar de acuerdo con lo que somos. No podemos traicionarnos a nosotros mismos. Ni podemos defraudar las esperanzas que suscitamos en nuestro entorno.  A las dos declaraciones de Jesús siguen algunas condiciones. La sal no puede volverse sosa. Y la luz no debe ocultarse. 
Las imágenes son elocuentes. La sal se emplea para preservar a los alimentos de la corrupción y para darles sabor. La luz de la lámpara se coloca en alto para alumbrar a todos los de la casa. Pero la sal no es el fin de sí misma. Al cumplir su función desaparece. Y el aceite se gasta al dar luz al ambiente. Sólo da vida quien la pierde.

LA ALEGRÍA DE LA LUZ

En este momento en que se nos pide vivir con valentía “la alegría del Evangelio”, esta proclamación de Jesús resume la misión y el talante de los evangelizadores:
• “Vosotros sois la luz del mundo”.  Este título no es un privilegio de unos pocos: se aplica a todos los creyentes.  Por tanto, no puede fomentar el orgullo de algunos llamados a seguir al Señor. Señala la transparencia que se espera de todos ellos.
• “Vosotros sois la luz del mundo”.  Este título no es un elogio dedicado a los más instruidos o a los que pronuncian discursos más brillantes. Es una exhortación a dejarse iluminar por Aquel que es la Luz e ilumina a todos los que vienen a este mundo.